Los humanos somos animales sociales, lo que quiere decir que buscamos constantemente compañía para, en mi opinión, huir de lo que hay en nuestra cabeza. Sin embargo, algunos atesoramos los escasos momentos de soledad de que disponemos. Reflexionamos, meditamos, ponemos en orden nuestras ideas, conversamos con nosotros mismos. De ahí la necesidad de un poco de paz.
Pero Dios, a veces siento que voy a estallar… ¿Cómo se supone que voy a concentrarme con alguien parloteando cerca de mí sin parar de hablar ni para respirar? O a ver quién me dice qué hay que hacer para hilar pensamientos mientras algún idiota se entretiene pulsando el muelle de su bolígrafo una y otra vez, o cuando cualquier descerebrado pasa por debajo de mi ventana con la música altísima a las tantas de la madrugada…
Como iba diciendo, cada vez estoy más segura de que el silencio no existe.