Dreams are renewable. No matter what our age or condition, there are still untapped possibilities within us and new beauty waiting to be born.

-Dale Turner-

domingo, 7 de noviembre de 2010

Días de tormenta

Estar metida en casa y ver cómo el cielo se derrite... Ahora mismo tengo la tele encendida y estoy ante un ordenador, ¡pero no puedo dejar de mirar por la ventana! Siempre he pensado que hay un melancólico atractivo en ver cómo llueve: esas gotas deslizándose por los cristales, esa tenue oscuridad que se apodera momentáneamente del cielo, ese incansable y ronroneante sonido del agua...
La lluvia. Es algo tan triste y frío pero a la vez tan cálido y puro... Imagino otros tiempos, otros lugares, autores de la talla de Bécquer, Lord Vyron, Walter Scott y, cómo no, mi amigo Oscar Wilde. Estoy segura de que la lluvia les inspiraba a la hora de crear, pues incluso a mí me dan ganas de escribir una novela, y puede que algún día lo intente, pero no hoy, no ahora.
Cuando llueve cualquier pensamiento expresado en voz alta, por tonto que parezca, es pura poesía pero, ¡Ay de nosotros, cuando vuelve a salir el sol! ¿Dónde queda entonces nuestro amañado Romanticismo si la pluma, el tintero y la vela se convierten en el ordenador, el cable y la sórdida luz del fluorescente?

[...]

No, no puedo, es imposible...
Lluvia, vuelve.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Las equivocaciones llevan al ¿arrepentimiento?

Sinceramente, es un concepto que no me gusta nada, pues yo nunca sé si de verdad me arrepiento de algo. Desgraciadamente padezco insomnio desde hace ya bastante tiempo y, mientras doy vueltas en la cama, me sorprendo pensando en este tipo de asuntos. ¿Qué tontería, verdad?
Echando la vista a los pasados meses veo muchas cosas buenas y malas pero, sobretodo, me veo equivocándome una y otra vez. Sí, hay tanto que me gustaría borrar... Pero, ¿significa esto que estoy arrepentida de mis actos? Puede que algunos de esos actos me hayan traído más sinsabores que otra cosa pero, ¿no se supone que son parte del camino que he recorrido hasta llegar a donde estoy ahora? ¿no sería todo diferente si pudiera volver atrás y hacer las cosas de otro modo?
Estoy bastante segura de que habría cambios y, si consideramos el efecto mariposa, serían bastante evidentes. Lo que no puedo saber es si sería algo bueno o malo y, sin embargo, aunque me aseguraran un efecto positivo no estaría aún convencida de querer poner remedio a mis numerosas meteduras de pata, pues no puedo evitar pensar que las decepciones, los disgustos, las ostias de realidad, hablando en plata, me los acabaría llevando tarde o temprano.
Ya he dicho muchas veces que la vida no es fácil (menuda sorpresa a estas alturas, diréis), y ello se confirma con la conclusión de esta entrada, que cada uno deducirá a partir de lo siguiente:

¿mirar hacia delante y aprender de los errores, o vivir en el pasado con la impotencia y el arrepentimiento?

Supongo que intuiréis mi elección...

viernes, 1 de octubre de 2010

Caímos una vez, y volveremos a caer

El único remedio para la tentación: sucumbir a ella. Si resistís vuestra alma enfermará de deseo.
Oscar Wilde


Joder, parece que tengo imán para las frases de Wilde... En fin, vayamos a lo que nos ocupa: la tentación... Podremos evitarla una, dos, tres veces, pero siempre vuelve y cada vez golpeándonos más fuerte. Y es así: hay que reconocer que la fuerza de voluntad no existe. Dejar de fumar, empezar una dieta, estudiar a diario... todas estas chorradas acaban siendo aplastadas por los placeres prohibitivos y tentadores.
Y es que el hecho de saber que algo nos está vetado es precisamente lo que lo hace más y más tentador. ¿Quién no ha dicho nunca lo de "solo por esta vez..." justo antes de caer en la trampa? Nos creemos fuertes, nos creemos invencibles, nos creemos dueños de nuestros actos, pero todo eso se desmorona cuando aparece "eso".
¿Y qué es "eso"?, diréis vosotros; pues "eso" no es ni más ni menos que la tentación.
Pasamos la vida librando batallas internas, intentando hacer lo correcto, autocastigando aquellas de nuestras acciones que consideramos inmorales... ¿y para qué? para acabar dejándonos llevar por tontos caprichos que solo nos traen problemas.
Digo yo... ¿es masoquismo...

... o simplemente somos todos idiotas?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Te odio, te detesto: te necesito

De todos es sabido que en la vida necesitamos un compañero, alguien a quien querer, un igual, un alma gemela, pues por instinto tendemos a ligar nuestra existencia a la de otra persona y compartir con ella nuestro pedazo de mundo. Sí, digamos que eso nos ha quedado a todos bastante claro desde siempre, pero yo quiero ir un poco más lejos. En mi opinión no solo echamos en falta presencia del compañero, pues de la misma manera necesitamos al enemigo.
Se trata de una cuestión de equilibrio: si tú me quieres, me contemplas, me consientes y me perdonas también tengo que tenerlo a él, que me saca de mis casillas, me recuerda lo imbécil que soy y está siempre esperando a que caiga para alzarse sobre mí. Del mismo modo en que pertenezco a quien me ama también quien me odia se lleva una parte de mí. Es así: amor y odio, el yin y el yang.
Supongo que es más que evidente que yo ya tengo a ese rival, y sentir su antipatía cada vez que nos miramos es una de las razones que me impulsan a autosuperarme y fortalecerme día a día mientras veo como él se va haciendo cada vez más pequeño e insignificante. Sí, yo también te "quiero".

Para terminar con esta entrada quisiera poner una frase de Henry Wadsworth Longfellow, poeta estadounidense del siglo XIX, con la que estoy totalmente de acuerdo:

Después del amor lo más dulce es el odio.

...Y sobretodo si no dejas que te domine y lo usas a tu favor.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Protagonistas y figurantes

Los humanos tendemos a agruparnos, y la multitud trae consigo los prejuicios, las clases, las modas... Entre los grupos se escogen los "príncipes", admirados y reconocidos, y el "populacho", es decir, todos los demás, simples figuras anónimas como los extras en las películas.
No puedo evitar pensar que la vida en sí misma es como una de esas clases de instituto que se ven en la televisión, incluso cuando el instituto acaba se siguen manteniendo las agrupaciones que hacen cuatro gilipollas: los guapos, los feos, los raros, los rebeldes... Pretender ir por la vida sin entrar en alguna de esas categorías es como pedirle a una puta que te dé un abrazo, vamos, ridículo.
Y más ridículo aún es querer vivir conforme a lo que se espera de uno, con la etiqueta que los demás nos ponen, mantenerla o deshacerse de ella. ¿Y qué si no encajamos entre los "príncipes"? ¿Y qué si no saben de la existencia de los cuatro desgraciados que creen en ellos ciegamente? Sinceramente, no creo que alguien a quien no le venga en gana recordar las cuatro o cinco letras de un nombre merezca realmente la pena.


<<¿Popularidad? Eso es la gloria en centavos>>.
Víctor Hugo. Poeta, novelista y político francés.



Y yo misma añado: no desesperéis, los frikis de hoy son los frikis afortunados del mañana.

domingo, 15 de agosto de 2010

El silencio, la búsqueda del Santo Grial

Los humanos somos animales sociales, lo que quiere decir que buscamos constantemente compañía para, en mi opinión, huir de lo que hay en nuestra cabeza. Sin embargo, algunos atesoramos los escasos momentos de soledad de que disponemos. Reflexionamos, meditamos, ponemos en orden nuestras ideas, conversamos con nosotros mismos. De ahí la necesidad de un poco de paz.

Pero Dios, a veces siento que voy a estallar… ¿Cómo se supone que voy a concentrarme con alguien parloteando cerca de mí sin parar de hablar ni para respirar? O a ver quién me dice qué hay que hacer para hilar pensamientos mientras algún idiota se entretiene pulsando el muelle de su bolígrafo una y otra vez, o cuando cualquier descerebrado pasa por debajo de mi ventana con la música altísima a las tantas de la madrugada…

Como iba diciendo, cada vez estoy más segura de que el silencio no existe.

viernes, 30 de julio de 2010

Indecisión

Es una de las cosas que nos hacen perder el poco tiempo que tenemos, y la verdad es que si yo sumara todas las horas que he perdido de este modo saldrían... casi 18 años.
Elegir... ¡es una tarea imposible! No hay cosa que más odie que tener alternativas. Es que es tan fácil vivir con una única opción... sin presiones, sin consecuencias, sin responsabilidades, solo ir hacia delante hasta donde nos lleve la vida.
Pero las cosas no son tan fáciles (oh no, nunca lo son) y siempre hay que decidir: qué ropa ponerse, qué comer, qué música escuchar, qué carrera estudiar... Dios, es una locura.
Y después de decidir queda el "y si...", que nos atormenta continuamente, más aún si no estamos conformes con nuestra primera elección. De todas formas, y por mucho que nos pese, la duda es tan natural como la vida misma, así que no hay mucho que hacer, solo joderse y decidir.
Pero, ¿y si no acierto?
¡Ah! Ahí está la gracia, no sabrás si te has equivocado hasta que tu error te estalle en la cara.
Oh, sí, tomar decisiones es jugar a la ruleta rusa.

jueves, 29 de julio de 2010

Tedio y monotonía, la carcoma del tiempo

Nadie se libra. Pasamos la vida, o mejor dicho, la vida pasa por nosotros, yendo de un lado para otro sin seguir ningún rumbo fijo, sin saber qué hacer cuando lleguemos a nuestro destino, desconociendo incluso la posibilidad de estar andando en círculos, viviendo en la inopia.
El tiempo se nos escapa mientras seguimos rutinas o tomamos decisiones, y ni siquiera lo vemos porque el aburrimiento nos tiene dando vueltas en una espiral caótica de costumbres.
Y yo pregunto, ¿no sería más cómodo dejarse llevar? Pues no se me ocurre ningún otro modo de llevar a cabo el famoso carpe diem...
Sí, ¿por qué no intentar romper esquemas? ¿Por qué no soltarnos de todas esas ataduras monótonas y salir del bucle?
Ahora respondo: porque no sabemos cómo hacerlo.

martes, 27 de julio de 2010

Deseo, felicidad... ¿incompatibles?

Nuestro deseo desprecia y abandona lo que tenemos para correr detrás de lo que no tenemos.
Michel Eyquem de Montaigne

No importa lo que queramos ni cuánto lo queramos, pues estamos condenados a repudiarlo en cuanto lo conseguimos. Somos así, amamos los retos; cuanto más difícil es obtener algo, más interés ponemos en ello y el hecho de parecer imposible no es un motivo para no intentarlo. Nos enfadamos, gritamos, amenazamos con rendirnos cuando la cosa se complica pero, aun así siempre hay algo en nosotros que nos incita a "seguir intentándolo". Y después, las ocasiones en que estamos a punto de alcanzar nuestra meta, nos sumergen en un frenesí que nos lleva al éxtasis.
¿Será esta la única felicidad que podemos obtener de nuestros anhelos antes de lograrlos y perder el interés?

sábado, 24 de julio de 2010

Libertad... es un concepto atractivo, ¿verdad?

Sí, la verdad es que suena bien; tan bien que llega a ser incluso utópico. Digamos que yo no me considero "libre", o al menos no del todo, y después de esto vosotros pensaréis como yo.
Vivimos en el siglo XXI, era de la tecnología; eso quiere decir que, como poco, estamos enganchados a la televisión, si no a internet o a ambas cosas. Pero eso no es lo único que nos resta libertad, pues antes de llegar a esta época ya eramos presos de nuestras emociones, de nuestra imagen, de nuestro deber, de nuestra moralidad...
Para decirlo de otro modo, yo considero que hay ciertos factores que nos coaccionan. Si, por ejemplo, estamos ante esa persona especial y no queremos parecer idiotas, actuaremos de un modo distinto, estamos restringiendo nuestra libertad. Somos su esclavo, por así decirlo, aunque no de un modo retorcido ni morboso (allá cada uno con lo que haga en su tiempo libre, yo no me meto), sino de un modo intelectual. Mostramos... ¿cómo decirlo? una sumisión mental.
Y lo mismo ocurre cuando cumplimos con un deber que nos resulta molesto; sabemos que podríamos negarnos, pero también que eso seria contraproducente y lo hacemos aunque no queremos. Volvemos a "bajarnos los pantalones".
Podría poner ejemplos toda la noche pero siempre es lo mismo... Nos creemos libres porque no tenemos un amo que nos de latigazos, pero no debemos engañarlos, no lo somos. Ni de coña.

viernes, 23 de julio de 2010

Amigos, enemigos, solo se diferencian en unas pocas letras

Dios nos salve de nuestros amigos, porque de nuestros enemigos ya nos cuidaremos nosotros.

Desde luego, qué frase más acertada... Hace tiempo la leí en un libro, pero ni me acuerdo de qué libro era, ni de quién la decía. Solo sé que es una verdad como una casa.
Nos abrimos a los demás, les contamos nuestros secretos, desnudamos nuestra alma y luego, ¿qué ocurre? que el "te lo prometo" y el "puedes confiar en mí" nos dan en toda la cara, cual bofetada. Y esa no es la mejor parte, ni mucho menos, pues el caso es que después de esto volvemos a confiar en otra persona y nos vuelve a pasar exactamente lo mismo...
¿Nos pasamos de buenos o de tontos?

jueves, 22 de julio de 2010

Cómo vivo mi vida...

Oscar Wilde dijo una vez "A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante".
La vida es un estado de espera continua. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo aguardando cosas que nunca llegarán, esperando por alguien que no nos esperará, luchando por alcanzar objetivos imposibles y, ¿para qué?
Para caer en nuestro error leyendo una recopilación de las frases de Oscar Wilde...
Digamos que la parte de "sin vivir en absoluto" la he captado pero, ¿qué hay de ese instante? ¿qué es, cuánto tiempo dura y cuándo ocurre? Estoy por asegurar que mi vida jamás se ha concentrado en un solo instante, lo cual me hace sentirme... ¿estafada?
Señor Wilde, es una lástima que esté usted muerto, porque estaría bien saber qué clase de pájaros tenía en la cabeza a la hora de escribir semejante tontería... En otras palabras, me debe usted 18 años de espera inútil.

Un nuevo comienzo

Hace ya mucho tiempo que intento escribir algo bueno, algo que merezca la pena leer, pero siempre es difícil encontrar la inspiración, pues suelo plasmar cosas que me pasan a mí, o que simplemente se me pasan por la cabeza. Esa era la razón por la que mis relatos se habían vuelto tan personales y desconcertantes en estos últimos meses.
En este segundo blog voy a escribir lo que pienso sin rodeos, sin pelos en la lengua. Ya me he cansado de disfrazar mis pensamientos con metáforas y fábulas que nadie entiende. Es la hora de ser directa, y al que no le guste que no mire.