Dreams are renewable. No matter what our age or condition, there are still untapped possibilities within us and new beauty waiting to be born.

-Dale Turner-

domingo, 26 de septiembre de 2010

Te odio, te detesto: te necesito

De todos es sabido que en la vida necesitamos un compañero, alguien a quien querer, un igual, un alma gemela, pues por instinto tendemos a ligar nuestra existencia a la de otra persona y compartir con ella nuestro pedazo de mundo. Sí, digamos que eso nos ha quedado a todos bastante claro desde siempre, pero yo quiero ir un poco más lejos. En mi opinión no solo echamos en falta presencia del compañero, pues de la misma manera necesitamos al enemigo.
Se trata de una cuestión de equilibrio: si tú me quieres, me contemplas, me consientes y me perdonas también tengo que tenerlo a él, que me saca de mis casillas, me recuerda lo imbécil que soy y está siempre esperando a que caiga para alzarse sobre mí. Del mismo modo en que pertenezco a quien me ama también quien me odia se lleva una parte de mí. Es así: amor y odio, el yin y el yang.
Supongo que es más que evidente que yo ya tengo a ese rival, y sentir su antipatía cada vez que nos miramos es una de las razones que me impulsan a autosuperarme y fortalecerme día a día mientras veo como él se va haciendo cada vez más pequeño e insignificante. Sí, yo también te "quiero".

Para terminar con esta entrada quisiera poner una frase de Henry Wadsworth Longfellow, poeta estadounidense del siglo XIX, con la que estoy totalmente de acuerdo:

Después del amor lo más dulce es el odio.

...Y sobretodo si no dejas que te domine y lo usas a tu favor.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Protagonistas y figurantes

Los humanos tendemos a agruparnos, y la multitud trae consigo los prejuicios, las clases, las modas... Entre los grupos se escogen los "príncipes", admirados y reconocidos, y el "populacho", es decir, todos los demás, simples figuras anónimas como los extras en las películas.
No puedo evitar pensar que la vida en sí misma es como una de esas clases de instituto que se ven en la televisión, incluso cuando el instituto acaba se siguen manteniendo las agrupaciones que hacen cuatro gilipollas: los guapos, los feos, los raros, los rebeldes... Pretender ir por la vida sin entrar en alguna de esas categorías es como pedirle a una puta que te dé un abrazo, vamos, ridículo.
Y más ridículo aún es querer vivir conforme a lo que se espera de uno, con la etiqueta que los demás nos ponen, mantenerla o deshacerse de ella. ¿Y qué si no encajamos entre los "príncipes"? ¿Y qué si no saben de la existencia de los cuatro desgraciados que creen en ellos ciegamente? Sinceramente, no creo que alguien a quien no le venga en gana recordar las cuatro o cinco letras de un nombre merezca realmente la pena.


<<¿Popularidad? Eso es la gloria en centavos>>.
Víctor Hugo. Poeta, novelista y político francés.



Y yo misma añado: no desesperéis, los frikis de hoy son los frikis afortunados del mañana.