No puedo evitar pensar que la vida en sí misma es como una de esas clases de instituto que se ven en la televisión, incluso cuando el instituto acaba se siguen manteniendo las agrupaciones que hacen cuatro gilipollas: los guapos, los feos, los raros, los rebeldes... Pretender ir por la vida sin entrar en alguna de esas categorías es como pedirle a una puta que te dé un abrazo, vamos, ridículo.
Y más ridículo aún es querer vivir conforme a lo que se espera de uno, con la etiqueta que los demás nos ponen, mantenerla o deshacerse de ella. ¿Y qué si no encajamos entre los "príncipes"? ¿Y qué si no saben de la existencia de los cuatro desgraciados que creen en ellos ciegamente? Sinceramente, no creo que alguien a quien no le venga en gana recordar las cuatro o cinco letras de un nombre merezca realmente la pena.
<<¿Popularidad? Eso es la gloria en centavos>>.
Víctor Hugo. Poeta, novelista y político francés.
Y yo misma añado: no desesperéis, los frikis de hoy son los frikis afortunados del mañana.
1 comentarios:
El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.
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